Hola de nuevo

En "El Mundo" de hoy...

Me topo con dos cosas interesantes y una deprimente.

1. Pilar Eyre: manda al limbo a Mario Vargas Llosa, llamándole "Varguitas". Sin comentarios.
2. Arcadi Espada: "Los hechos hacen lo que les da la gana, siempre".
3. En el horóscopo: "No inviertas tu tiempo en personas que no lo invierten en ti". Yo lo habría puesto en positivo, pero no pidamos peras al olmo.

Arcadi Espada ha impedido que lo más interesante de "El Mundo" de hoy sea el horóscopo.

¿Vida o ajedrez?

Los libros de autoayuda nunca me han interesado, pero no creo que este sea un calificativo apropiado para "Cómo la vida imita al ajedrez", del excampeón mundial Garry Kasparov. Notad que es la vida la que imita al ajedrez, no viceversa. He aquí algunas citas interesantes. No hay que estar de acuerdo con todas, pero, según el estilo o personalidad de cada cual, pueden aplicarse tanto a la vida como al "juego moderno más antiguo del mundo":

"Todos corremos más si sabemos que alguien nos pisa los talones".

"Solía atacar porque era la única cosa que sabía hacer. Hoy ataco porque sé que es lo que mejor funciona".

"Saber por qué ganamos es tan crucial como saber por qué perdemos".

"El momento en el que creemos que nos merecemos algo es exactamente el momento en el que estamos a punto de perderlo frente a alguien que lo pelea con mayor encono".

Y el final para las dos mejores:

"La partida interior, esa es la partida".

"Sabemos más de lo que comprendemos".

Los tres últimos...

      
Los tres últimos libros en caer han sido:

Dime quién soy. Pues será mejor que no, que no le digan quién fue a la pobre protagonista, una neurótica de entendederas mejorables y cuyo idealismo de patio de facultad destruye cuanto la rodea. Una odiosa individua. Dejémosla.

Los que necesitéis reconciliaros con la literatura deberíais correr a la librería antes de que se agote Nocturnos, una maravillosa sucesión de cinco relatos cortos de Kazuo Ishiguro (sí, el autor de Lo que queda del día). No hagáis caso del pedante comentario de la contraportada. Más que incitar a la compra, es disuasorio. Pero los cinco relatos son simplemente geniales.

Y para terminar, Siete vidas, otros tantos cuentos de John Grisham, que va desprendiéndose de su cliché de escritor de novelas de abogados para aspirar a algo más. Todos los relatos están ambientados en un pueblo del sur de Estados Unidos y los que ya conozcáis el mundo de perdedores cínicos que tanto le gusta a Grisham no acabaréis decepcionados.

 

¿Despegamos?

Esta mañana he escuchado un comentario divertido de Carlos Herrera a propósito del caos aéreo. Las compañías quieren que se levanten las restricciones, las autoridades se resisten y Herrera ha dicho: "Mejor estar en tierra deseando volar que estar volando deseando estar en tierra". Una sonrisa para el lunes por la mañana.
Luego he leído un artículo imprescindible de Jesús Cacho en elconfidencial.com, acerca de la radicalización política que crece por momentos en este país y la asociación de ideas ha funcionado. ¿Estamos despegando para, muy pronto, desear no haberlo hecho?

En la Alhambra

El agua corre silenciosa a mis pies en uno de los patios nazaríes, pero el recuerdo de las ruinas que he visto minutos antes de entrar se aferra a mi mente. Según el guía eran viviendas habitadas por funcionarios del palacio. Su arquitectura resulta familiar enseguida: el pequeño atrio con el impluvium, las habitaciones a su alrededor, la letrina dotada con agua corriente. Roma llegó por el estrecho de Gibraltar. Cuando Tarik y Muza lo cruzaron en 711, Occidente invadió a Occidente, con su medicina, astronomía, matemáticas, arquitectura y algunas cosas más. A lo largo de la Historia, la cultura decae y resurge para salvar al ser humano; la religión hace lo propio, aunque demasiadas veces es el pretexto del poder para incitarnos a destruirnos entre nosotros. Y, una vez más, repito aquella frase cuyo autor no recuerdo, que impresionó a Marguerite Yourcenar hasta el extremo de impulsarla a escribir sus Memorias de Adriano: "Hubo un tiempo, entre Cicerón y Marco Aurelio, en el que sólo estuvo el hombre".

Nada de nada

    Cuenta Pérez Galdós que Nicolás Estévanez, ministro de Gobernación durante la Primera República (1873), pegó en el exterior de la puerta de su despacho un cartel que decía algo parecido a lo siguiente: "Aquí no se dan destinos, ni recomendaciones, ni dinero, ni nada".

    Estévanez duró en su cargo aún menos que la propia República, que sólo tuvo nueve meses de vida.

Cinco horas diarias

Leo en Expansión que la esperanza de vida en España aumenta cinco horas diarias. He aquí un buen motivo para pagar a Hacienda sin rechistar. Da lo mismo que en el asunto se pueda ver algún parecido con aquello de vender el alma al diablo (si el diablo es Hacienda, la comparación es casi obligada). Es una oferta que no se puede rechazar, como las que hacía Vito Corleone.
Me pregunto si ese rating puede mejorar. Al fin y al cabo, si lográramos un aumento de 24 horas diarias alcanzaríamos la inmortalidad. ¿Y entonces, qué?