15 diciembre 2009

En la Alhambra

El agua corre silenciosa a mis pies en uno de los patios nazaríes, pero el recuerdo de las ruinas que he visto minutos antes de entrar se aferra a mi mente. Según el guía eran viviendas habitadas por funcionarios del palacio. Su arquitectura resulta familiar enseguida: el pequeño atrio con el impluvium, las habitaciones a su alrededor, la letrina dotada con agua corriente. Roma llegó por el estrecho de Gibraltar. Cuando Tarik y Muza lo cruzaron en 711, Occidente invadió a Occidente, con su medicina, astronomía, matemáticas, arquitectura y algunas cosas más. A lo largo de la Historia, la cultura decae y resurge para salvar al ser humano; la religión hace lo propio, aunque demasiadas veces es el pretexto del poder para incitarnos a destruirnos entre nosotros. Y, una vez más, repito aquella frase cuyo autor no recuerdo, que impresionó a Marguerite Yourcenar hasta el extremo de impulsarla a escribir sus Memorias de Adriano: "Hubo un tiempo, entre Cicerón y Marco Aurelio, en el que sólo estuvo el hombre".